Negociar un salario es una de esas cosas que puede parecer intimidante, pero créeme, es una parte común del proceso de contratación. No solo se trata de saber cuánto vales, sino también de cómo comunicarlo de manera efectiva.
Hace unos años, cuando estaba en la búsqueda de un nuevo empleo, me di cuenta de lo importante que es llegar preparado a la mesa de negociación. Recuerdo claramente una vez que, después de varias entrevistas, llegué a la fase de negociación con una empresa que realmente me interesaba.
Me aseguré de ser realista, pero también de no subestimarme
Ya había investigado el rango de salario para mi puesto en esa ciudad y sabía cuál era mi mínimo aceptable. También hablé con amigos, algunos compañeros y con mi pareja para saber cuanto ganaba. Esta investigación me dio una idea clara de lo que podía esperar y me permitió sentirme seguro durante la conversación.
Uno de los pasos más importantes antes de la negociación es definir tu objetivo. Para mí, fue crucial tener claro cuál era el salario mínimo que estaba dispuesto a aceptar. Esto no solo incluía mis necesidades financieras, sino también mis objetivos profesionales.
Después de todo, sabía que tenía la experiencia y las habilidades para aportar un gran valor a la empresa. Practicar mi discurso fue otra parte fundamental de mi preparación. Ensayé cómo iba a presentar mi caso, destacando mis logros y la experiencia relevante.
Recuerdo haber practicado con un amigo cercano, quien me dio retroalimentación valiosa. Esto me ayudó a ganar confianza y a sentirme más seguro al hablar de dinero.
Durante la negociación, es vital mantener la calma y la profesionalidad. Lo aprendí de la manera difícil en una ocasión anterior, cuando dejé que los nervios se apoderaran de mí y terminé aceptando una oferta que no me satisfacía completamente.
Esta vez, mantuve un tono de voz positivo y respetuoso, incluso cuando las cosas se pusieron un poco tensas.
Recuerda que es una negociación, nunca una confrontación
Uno de los puntos más importantes que destaqué fue mi valor. Expliqué por qué merecía el salario que estaba solicitando, destacando mis habilidades, experiencia y logros relevantes. Cuantifiqué mi valor en términos de los beneficios que podía aportar a la empresa, lo cual resonó bien con el reclutador.
Pero también fui flexible. Aunque no obtuve exactamente el salario que quería, negocié otros beneficios, como bonificaciones y tiempo libre adicional. Es crucial tener en cuenta tus alternativas y estar preparado para ceder en algunos puntos.
No tengas miedo de decir «no» si la oferta no cumple con tus expectativas. En una ocasión, rechacé una oferta porque no me compensaba adecuadamente. Al principio fue aterrador, pero al final me llevó a una oportunidad mejor. Es importante recordar que mereces ser compensado de manera justa por tu trabajo.
Un consejo adicional es no hablar de dinero demasiado pronto. Espera a que la empresa te presente una oferta antes de comenzar a negociar el salario. Enfócate primero en demostrar tu valor y cómo puedes contribuir al éxito de la empresa.
También es importante no compararte con otros. Cada persona tiene su propio valor y circunstancias únicas. Concéntrate en lo que tú mereces y no en lo que otros están ganando. Mantén una postura erguida, sonríe y mantén el contacto visual para proyectar confianza durante la negociación.
Y no olvides agradecer a la empresa por la oportunidad, independientemente del resultado de la negociación. En una de mis negociaciones, aunque no llegamos a un acuerdo, agradecí al reclutador por su tiempo y consideración, y esto dejó la puerta abierta para futuras oportunidades.